Poca transparencia y corrupción: A esto se enfrenta Latinoamérica ante la vacunación contra COVID
Robos a cargamentos de dosis contra la influenza, presidentes que dicen públicamente que no se vacunarán y sistemas de salud saturados, este es el panorama para la región.
Una tarde hace un par de meses, delincuentes se apoderaron de un camión al este de Ciudad de México y sacaron su carga. No transportaba dinero en efectivo ni joyas, sino que dosis de la vacuna común contra la influenza, que este año es tan escasa en México que hay un mercado negro para ella, lo que muchos temen sea un presagio para la vacuna contra el COVID-19.
En Brasil, el otro gigante de América Latina, su presidente Jair Bolsonaro, que subestima la importancia de los tapabocas, promete que no recibirá la vacuna contra el COVID, lo que hace que los funcionarios de salud se preocupen de que sus partidarios leales puedan seguir su ejemplo. En Bolivia, el Gobierno aprobó la ingestión de dióxido de cloro (lejía) contra el virus, ampliamente considerado inútil y peligroso.
Podría decirse que ninguna región del mundo se ha visto tan afectada por el virus como América Latina. En el mejor de los casos, sus sistemas de salud son inestables. En este año de pandemia, cuando Brasil registra el segundo mayor número de muertes por COVID del mundo y México la mayor tasa de letalidad, se están desmoronando, lo que agrava la creciente desigualdad, el crimen, el declive económico y la desconfianza pública. Con 8 por ciento de la población mundial y 30 por ciento de las muertes por COVID, América Latina se enfrenta con alarma a la próxima fase de la pandemia: la vacunación masiva.
“A los problemas logísticos normales de una vacuna que va a ser difícil de distribuir en países llamados desarrollados, en América Latina se suma la falta de transparencia, la carencia de gobernanza y la presencia de corrupción”, destacó Sergio Litewka, director de bioética global de la Universidad de Miami. “Queda la duda de si la gente que fue incapaz de manejar la pandemia sea capaz de manejar la logística de la vacuna”.
Hay problemas que afectarán a todos los países. Pfizer acaba de anunciar que problemas en la cadena de suministro reducirán a la mitad la distribución de este mes respecto de los planes originales. La Interpol emitió una alerta global diciendo que las redes del crimen organizado apuntan a las vacunas contra el COVID-19, tanto de forma física como en línea, en todo el mundo.
Pero América Latina, con la excepción de un par de países, parece más vulnerable que otras regiones. El virus ha retrasado décadas de avances en democracia e igualdad, y casi triplicó el número de personas que se enfrentan a inseguridad alimentaria. Debido a lo mal que le ha ido a la región en los últimos nueve meses y al equipo ultrafrío que se requiere para almacenar y transportar dos de las vacunas probadas, muchos de sus líderes de salud esperan que se quede atrás, con el riesgo de verse afectada por más oleadas del virus.
De las tres vacunas favoritas, las de Pfizer y Moderna han demostrado una efectividad de 95 por ciento, pero sus costos y los requisitos de temperatura podrían ser prohibitivos. Con eso, queda la opción de AstraZeneca. La vacuna desarrollada en conjunto con la Universidad de Oxford representa más del 40 por ciento de los suministros destinados a naciones de ingresos bajos y medios, sobre la base de los acuerdos seguidos por la firma de investigación Airfinity, con sede en Londres.
Los ministerios de salud de toda la región dicen que se están preparando con equipos, puntos de distribución y planes para movilizar a los militares. Algunos tienen acuerdos con grandes compañías farmacéuticas, la mayoría son parte de Covax, un esfuerzo de la Organización Mundial de la Salud para ayudar a los países menos acomodados a obtener vacunas rápidamente y a precios bajos.
Pero muchos con conocimiento sobre el asunto están preocupados.
Jorge Martín Rodríguez, profesor de política de salud pública de la Universidad Javeriana de Bogotá, considera que probablemente Colombia no estará protegida antes de 2022 o 2023, algo que muchos no parecen darse cuenta.
En una entrevista telefónica, Rodríguez señaló que eso no se ha mencionado mucho y que se debe generar conciencia, dado que el riesgo disminuirá solo cuando se alcance la inmunidad de rebaño, idealmente a través de la vacunación.
Estima que 45 por ciento de la población adquirirá inmunidad a través de la vacuna o la enfermedad el próximo año, lo que significa que las restricciones deberán continuar.
México y Argentina firmaron un acuerdo en agosto con AstraZeneca a través de la fundación del multimillonario Carlos Slim para financiar la producción de hasta 250 millones de dosis. Brasil está realizando pruebas de fase 3 para Pfizer, AstraZeneca, Sinovac y Janssen.
En teoría, a Brasil le debería ir mejor con la vacunación de sus 210 millones de habitantes que lo que le ha ido con la enfermedad. Según una docena de expertos en salud consultados, su programa de inmunización de cinco décadas de antigüedad, que opera 35 mil puestos de avanzada, está en buen estado. Incluso en este año difícil, el Gobierno llegó al 90 por ciento de la población con la vacuna anual contra la influenza.
El vicepresidente, Hamilton Mourao, indicó el lunes que el país debería vacunar a 150 millones de personas para fines de 2021. El Gobierno, que depende principalmente de la vacuna de AstraZeneca, ahora también está en conversaciones para comprar 70 millones de dosis a Pfizer.
Pero los contratiempos recientes están causando preocupación. El mes pasado, se informó que había casi 7 millones de pruebas de coronavirus de alta calidad sin usar en un aeropuerto de Sao Paulo, y la mayoría de ellas expiraría en enero.
“No tenía ni idea de que estaban allí”, dijo Carlos Lula, secretario de Salud del estado norteño de Maranhao y presidente de Conass, la asociación de secretarios de estado del país. “Habíamos estado suplicando al Ministerio de Salud que nos proporcionara más pruebas”.
Al igual que Estados Unidos, Brasil es un sistema federal y el Gobierno central puede o no desempeñar un papel importante en la atención médica. Los gobernadores implementaron medidas según les pareció conveniente y pidieron a la Corte Suprema del país que se asegurara de que Bolsonaro no las anulara en su intento de que la gente volviera a trabajar. Como resultado, el virus se comportó de manera diferente en los 27 estados del país, una primera ola que se potenció en una segunda en lo que algunos han descrito como un “tsunami” de casos.
Las conversaciones entre el Ministerio de Salud y los estados siguen estancadas y hay desacuerdos sobre si usar la vacuna china, CoronaVac, que según el estado de Sao Paulo comenzará a utilizarse el 25 de enero. La expectativa es que Brasil necesitará más de una vacuna para cubrir todo el país.
“Tendremos que ser creativos: administrar vacunas en el hogar, en autos, iglesias, estadios”, explicó Juárez Cunha, jefe de la Sociedad Brasileña de Inmunización. “Lo hemos hecho antes, y tendremos que hacerlo nuevamente”.
En la vecina Argentina, Adolfo Rubinstein, exministro de Salud, declaró que no espera una vacunación masiva en el país hasta la segunda mitad de 2021, en parte debido a la necesidad de contar con congeladores de baja temperatura.
No hay tantos congeladores disponibles, particularmente en las áreas rurales más distantes, explicó. También mencionó que el invierno, junto con el aumento de los casos, comenzará en el hemisferio sur al tiempo que comience la distribución de la vacuna, y agregó que es muy probable que, a partir de abril, se comience a ver un nuevo brote de casos.
AstraZeneca se encuentra entre las compañías farmacéuticas que suministran a Covax, la iniciativa de la OMS, lo que acelerará la producción de vacunas de Astra o Novavax para países de ingresos bajos y medios, con un precio máximo de 3 dólares por dosis. Sanofi y su socio GlaxoSmithKline también se han sumado. A medida que las vacunas estén disponibles, Covax las distribuirá al mismo ritmo hasta que todos los países tengan dosis suficientes para cubrir a un 20 por ciento de su población.
En México, el Gobierno dice que habrá más vacunas contra la influenza en las próximas semanas, y culpó del lento despliegue a uno de los mayores productores, Sanofi Pasteur. Sanofi manifestó que su oferta se vio afectada por la pandemia.
“Ha sido un fracaso. No hay vacunas”, indicó Francisco Moreno, jefe de medicina interna del Centro Médico ABC en Ciudad de México. “Lo que se viene en México es otro desastre porque no se logró controlar la epidemia de COVID, y porque no se logró preparar a la población contra la influenza”.
Hay un par de puntos positivos en la región.
Uruguay tiene las tasas más bajas de contagio y mortalidad de América del Sur gracias a uno de los mejores sistemas de atención médica y la adopción generalizada de políticas voluntarias de distanciamiento social. El país de 3.5 millones de habitantes cerró sus fronteras de forma temprana y planea mantenerlas cerradas durante la temporada de turismo navideño. Su presidente, Luis Lacalle Pou, señaló que el Gobierno espera tener una vacuna disponible en abril.
Y en Chile, que tuvo algunos meses difíciles a causa del coronavirus, Josefina Bascuñán, jefa de docencia, investigación y alianzas estratégicas del Hospital del Trabajador en Santiago, apuntó que la campaña de vacunación contra la gripe funcionó bien este año y cree que el Gobierno puede implementar una sólida estrategia de vacunación contra el coronavirus.
Sin embargo, el caso más típico es Perú, que se ha visto extremadamente afectado por el COVID a pesar de los estrictos esfuerzos de confinamiento, y ahora mira a la vacunación con preocupación.
Víctor Zamora, un reciente ministro de salud, aseguró que el Congreso, que recientemente destituyó a un presidente, aún no ha debatido la legislación para acelerar la aprobación de nuevas vacunas. Agregó que se deben movilizar 70 mil enfermeras y una gran cantidad de equipos.
A su juicio, no se puede esperar que el Estado fragmentado, burocrático, lento y politizado garantice una logística moderna y ejecutiva, y señaló que prefiere que el sector privado lo haga incluso si es más costoso. Tan solo en tapabocas y batas hay una enorme pérdida en el sector público debido al robo, la corrupción y la mala gestión, agregó.