Embarazan a menores «nadie castiga»
Son niñas de 10 a 14 años. La mayoría son atendidas en clínicas públicas sin que se activen denuncias penales. En la bitácora médica quedan como ‘primigestas’.
La niña tiene once años. Camina despacio, con la cabeza baja y las manos sudorosas. Viste el uniforme de la primaria: blusa blanca y falda de cuadros que ya no le cierra del todo. Su madre la lleva de la mano. No han dicho una palabra en todo el camino.
Llegan al centro de salud de Comalcalco. Es lunes. Hace calor. Afuera, en la pared resquebrajada del consultorio, cuelga un cartel del gobierno estatal: “La prevención del embarazo adolescente es tarea de todos”. Pero adentro, la prevención no existe. Solo hay rutina.
La doctora las hace pasar. Mira el expediente. Tercera visita en menos de un mes. Dolor abdominal, náuseas, fatiga. Sospecha lo que es desde que la ve cruzar la puerta.
Aun así, pregunta: — “¿Cuándo fue tu última regla?”
La niña no responde. Su madre tampoco. Hay silencio. Hay vergüenza.
La consulta dura menos de diez minutos. Una prueba rápida. Un par de preguntas que no se contestan. Al final, la confirmación: — “Está embarazada”.
UNA EMBARAZADA CADA 4 HORAS
En Tabasco, una niña o adolescente queda embarazada cada cuatro horas. Es un dato oficial. Es también un grito silenciado entre cifras que pocos revisan. El fenómeno ha dejado de ser una excepción para convertirse en un patrón repetido, normalizado, estructural.
En 2023, al menos 239 niñas menores de 14 años quedaron embarazadas en el estado. Entre ellas, dos tenían apenas 10 años. Ocho tenían 12. Treinta y nueve, 13. La mayoría fueron atendidas en clínicas públicas sin que se activaran denuncias penales ni protocolos de acompañamiento. En la bitácora médica quedaron registradas solo como “primigestas”.
Tabasco ocupa los primeros lugares nacionales en embarazo adolescente. Pero en embarazo infantil, los datos son aún más graves.
MUNICIPIOS CON MÁS CASOS
La Secretaría de Salud estatal ha detectado la mayor concentración de casos en los municipios de Centro, Comalcalco, Cárdenas, Huimanguillo, Nacajuca, Jalpa de Méndez y Tacotalpa. En Comalcalco, por ejemplo, en 2023 se documentaron dos casos de niñas embarazadas de apenas 10 años, según informes del GEPEA.
Y el número no baja. En el ciclo escolar 2023–2024, se registraron 209 casos de embarazo en estudiantes de secundaria y bachillerato, la cifra más alta de los últimos cinco años.
LA CIFRA NEGRA
Detrás de cada número hay una historia de omisión: la niña que fue abusada y no escuchada; la que dejó la escuela tras un embarazo no planeado; la que se convirtió en madre a los doce años sin que nadie activara un protocolo. La que regresó a casa del agresor.
… Y disfrazan con silencio, violencia que las tortura
En Tabasco, las niñas no se embarazan: las embarazan. Y casi siempre, quien las embaraza, vive en su propia casa. Detrás de cada embarazo infantil hay un delito. Pero en la mayoría de los casos, ese delito no se nombra, no se denuncia, no se castiga. Ni siquiera se reconoce.
De acuerdo con cifras del Grupo Estatal para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (GEPEA), el 70% de las niñas embarazadas menores de 14 años fueron víctimas de abuso sexual cometido por un familiar o alguien cercano: padrastros, tíos, primos, vecinos. La violencia ocurre dentro del hogar. En la habitación contigua. En silencio.
MIEDO Y VERGÜENZA
Solo en 2021, el estado registró mil 131 denuncias por delitos sexuales contra menores de edad, la mayoría por abuso y violación. Pero los expertos advierten que por cada caso denunciado hay, al menos, cinco que nunca salen a la luz.
La cultura del silencio, del miedo, de la vergüenza, cubre estos crímenes con una manta de impunidad que también es política.
ABORTO DESCARTADO
A pesar de que la NOM-046 —una norma federal— permite el acceso a aborto legal en casos de violación sin necesidad de denuncia formal, en Tabasco su aplicación es prácticamente nula.
Enfermeras que prefieren “no saber”. Trabajadoras sociales con demasiado trabajo. Autoridades que no exigen nada. El resultado: niñas obligadas a parir a los 11 o 12 años, porque ningún adulto asumió su deber de protegerlas.
“Nos dicen que es embarazo adolescente, pero la mayoría son casos de abuso. No son adolescentes libres tomando decisiones”, cuenta —bajo anonimato— una psicóloga que colabora con la Secretaría de Salud. “Y aún así, el sistema las atiende como si fueran madres voluntarias”.
Se enfrentan a un abandono institucional
En Tabasco, una niña puede llegar embarazada a un Centro de Salud público y salir sin que nadie active una denuncia, sin que reciba atención psicológica, sin que alguien siquiera pronuncie la palabra “violación”. El sistema está diseñado para atender partos, no para proteger infancias.
El caso de la niña de Comalcalco no es un error aislado. Es la norma. En hospitales y clínicas rurales, el personal médico llena los expedientes, entrega vitaminas prenatales y agenda ultrasonidos. Pero rara vez activa protocolos de protección, atención jurídica o denuncia penal. Es un abandono estructural.
POCO SEGUIMIENTO
La Ruta NAME —creada especialmente para atender a niñas madres menores de 15 años— documentó 160 casos solo en 2021, pero los informes del propio GEPEA reconocen que menos del 10% recibió seguimiento completo. Muchas niñas vuelven al mismo entorno donde fueron violentadas. Otras simplemente desaparecen del radar institucional.
FALTA PREVENCIÓN
Los recursos existen, pero no se traducen en acciones eficaces. En 2024, Tabasco recibió más de 3.1 millones de pesos del FOBAM, el fondo federal para prevenir el embarazo adolescente.
Ese dinero debía usarse en jornadas educativas, seguimiento a víctimas, promoción de servicios amigables y talleres comunitarios. En la práctica, se gastó en dípticos, conferencias virtuales, capacitaciones sueltas y campañas digitales de bajo impacto.
“La prevención no puede hacerse desde un PowerPoint”, resume un funcionario del sector salud que pide no ser citado. “Hay presupuesto, pero no hay voluntad de ir a las comunidades donde las niñas viven esta realidad”.
DEFICIENTE ATENCIÓN
La atención educativa también es deficiente. Aunque existe una norma que garantiza que ninguna estudiante embarazada puede ser expulsada, en los hechos muchas abandonan por presión social, por falta de apoyo, o simplemente porque la maternidad temprana les impide seguir.
En secundaria y media superior, entre 2019 y 2024, al menos 784 alumnas embarazadas abandonaron temporal o definitivamente la escuela en Tabasco. La mayoría no regresó.
